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El poder de un lápiz



Caminar hasta mi centro de votación me tomó 15 minutos, votar me tomó menos de 3. Ayer ejercí mi deber y derecho a votar en Chile por primera vez, algo que podemos hacer los migrantes después de 5 años de la primera visa. El voto es manual, se marca con bolígrafo azul y tú tienes que doblarlo y meterlo en la urna. Todo pasó rápido, todo fue amable, institucional, sin miedo.


El 15 de noviembre de 2019, luego del estallido social, gran parte de los políticos chilenos se reunieron y firmaron un acuerdo para la redacción de una nueva constitución para Chile, esta era una de las peticiones de las calles. Días después, en el parlamento, se decidieron las condiciones: convención constituyente, plebiscito de entrada y de salida, este último debía ser con voto obligatorio.


En abril de 2020, el 80% de los chilenos aprobó la redacción de un nuevo texto, también aprobaron que fuese convención mixta (una mezcla entre políticos y ciudadanos comunes). En mayo de ese mismo año fueron electos 155 personas para redactar el texto. Un grupo variopinto, por decirlo de alguna manera. Lo más diverso que puede existir, algo que no necesariamente fue bien recibido.


Luego de un año, el texto estuvo listo. Las campañas fueron feroces.


Cuando fui a votar, había mucha gente en las calles. En Chile, al cumplir los 18 años —o los 5 años como migrante— entras automáticamente al registro electoral. Y al ser obligatoria, pues la participación fue masiva, más de 13 millones de electores.


Las mesas se cerraron a las 6:00 pm y a las 9:00 pm ya teníamos el resultado oficial: Rechazo 61,87 % - Apruebo 38,13 %. Si algo debemos agradecer es que en Chile exista el SERVEL, el servicio electoral que nos recuerda elección tras elección que la democracia es sinónimo de institucionalidad.


A pesar de la victoria del Rechazo, hay una gran parte del país que quiere un cambio. Es necesario, pues la constitución actual fue redactada en la dictadura y votada en una elección dudosa.


¿Qué pasará en el futuro? No lo sé, pero el discurso del presidente Gabriel Boric incluía frases como “debemos respetarnos en nuestras discrepancias”, “los desafíos de nuestro país no se agotan con la constitución” y “Chile ha demostrado ser exigente y confiar en la democracia”. Respetar los resultados ha sido la mayor tendencia en Chile desde 1988.


Una vez más este país me demuestra que la democracia hay que conquistarla a diario, hay que cuidarla con participación y con responsabilidad.


(*) periodista venezolana en Santiago


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