Es casi una fórmula matemática: si con la barriga llena el corazón está contento, el bolsillo debe tener algo más que pelusa. Los 13 candidatos que quieren un #JujúElectoral contigo tienen distintas formas de enamorarte con sus planes económicos. Hay que privatizar Pdvsa, dice María Corina; mejor eliminemos el BCV, apunta Roberto Enríquez; traigamos inversión extranjera, sugiere Delsa Solórzano. Y así sucesivamente hasta que hagan match con los electores. ¿Qué es viable y qué no? Conversamos con Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.
–Hay quienes siguen viendo al petróleo como la cura para nuestra economía. Siendo realistas, en el corto-mediano plazo, ¿qué papel puede jugar el petróleo en el país?
–Va a seguir siendo importante en Venezuela y también es una fuente de energía clave en el mundo, por lo menos en los próximos 50 a 100 años. Pero la dinámica petrolera está cambiando. Se están desarrollando otras fuentes de energía alternativa. Está toda la presión por la sostenibilidad del planeta y el cambio climático. Creo que el tema petrolero en Venezuela tiene que abordarse de una manera diferente, pero es claro que va a ser un sector importante y es el que de alguna manera va a apuntalar la dinámica de crecimiento en Venezuela, aunque, en mi opinión, con otras reglas de juego.
–¿Cuáles serían los pros y los contras de una posible privatización de Pdvsa?
–Hay varios conceptos que hay que entender. Una cosa es la propiedad del petróleo, que es de los venezolanos bajo la figura del Estado, y otra cosa es la manera como se gestiona ese petróleo a través de diferentes empresas. Yo soy de los que cree que el petróleo debe seguir siendo propiedad de los venezolanos, pero que no necesariamente sea operado por una empresa estatal que se llame Pdvsa. Creo que Pdvsa es una figura inviable que no se debería rescatar, que tiene una gran cantidad de carencias y va a necesitar una gran cantidad de recursos que en este momento el país no tiene.
Creo que tenemos que pasar a otro modelo petrolero donde el Estado sea más una estructura de regulación, que se encargue solo de la estructura impositiva y del régimen de concesiones y de permisología. Luego también tiene que buscarse la manera de materializar que el venezolano sea propietario del petróleo, pero realmente a través de la figura de títulos de propiedad o de acciones, un tema que también tiene que discutirse. Y que sean principalmente compañías privadas, nacionales y extranjeras, las que extraigan y operen el crudo.
Ahora, también hay que entender que todos estos elementos necesitan viabilidad política. Probablemente, en un cambio de gobierno en las condiciones que está hoy Venezuela, esto va a ameritar discusiones, construcción de consenso, y no necesariamente se puede ir tan rápido. Probablemente va a tener que irse a un modelo intermedio. Pero creo que el norte tiene que ser una reconfiguración total del modelo energético y petrolero que ha tenido Venezuela.
–Tema expropiaciones: ¿qué más debería hacer el gobierno para poner a funcionar propiedades que ahora están abandonadas?
–El tema relevante es no solamente abandonar la política, sino también construir un marco legal que, primero, garantice la devolución de esos activos a sus propietarios legítimos. Pienso que tiene que involucrarse al sector privado, pero hacerlo con muchísima transparencia, ese es un elemento muy importante. No solamente hay que pensar en términos de esas propiedades, que hoy muchas de ellas están abandonadas, sino también aquellas que están en manos de personas que no son sus dueños. Deben establecerse mecanismos de compensación claramente definidos. Es un proceso que es válido que se inicie y se lleve adelante.
–¿Es viable eliminar el BCV?
–Yo no soy partidario de la eliminación del Banco Central de Venezuela. El problema no es el BCV como figura. Está más que demostrado el rol que puede jugar el BCV en la estabilización financiera, en la acción de la política monetaria. Tú puedes desarrollar un BCV con suficiente credibilidad que permita estabilidad de precios, estabilidad macroeconómica. Tenemos un ejemplo, que es el caso peruano, que también pasó por un ciclo económico difícil, una pérdida de credibilidad en sus instituciones y en su moneda, y construyó a partir de allí una institución muy sólida, que es hoy el Banco Central de Reserva del Perú. Yo lo que creo es que tiene que establecerse un nuevo marco de acción respecto al Banco Central, pero no la eliminación de la institución, porque, insisto, el problema no es la institución, sino la institucionalidad y los actores que han estado en ella.
–Hay candidatos como Andrés Velásquez que proponen fortalecer el bolívar. ¿La dolarización implícita de los últimos años es reversible?
–Más que fortalecer el Bolívar, lo que creo es que deberíamos ir a un sistema de libertad de circulación de moneda. Un esquema multimoneda donde permitas que circulen los bolívares, los dólares, los euros, los pesos colombianos en el caso de la frontera con Colombia, los reales brasileños, y que al final sean los ciudadanos, en función de su confianza y sus expectativas, quienes trabajen con una u otra moneda. Que los bancos tengan capacidad de abrir cuentas en diferentes monedas y los comercios puedan trabajar con diferentes monedas. Para el entorno de desconfianza que existe hoy respecto al bolívar, es una salida intermedia que no es tan rígida como la dolarización. Tiene sus desventajas, pero tampoco es volver al bolívar, lo cual veo muy difícil, sobre todo por la pérdida de confianza que tiene la gente con respecto a la moneda.
–A su juicio, ¿qué es lo primero que debe hacer un nuevo presidente en 2024? ¿Y lo que no debe hacer?
–Venezuela tiene unas condiciones muy críticas. El abordaje de la población vulnerable, que es alrededor de un 40 % de la población, debería ser la prioridad A1 para un gobierno. Algo que además tiene lógica política: en la medida que logres disminuir la atención social y permitas que esa persona se inserte en la dinámica productiva, estás ayudando a la estabilidad política. Es importante arrancar enmarcado en diferentes decisiones macroeconómicas, pero con ese punto de prioridad. Lo que no debería hacerse es pretender imponer agenda y no utilizar la herramienta de la negociación. Yo creo que es muy importante establecer una negociación con diferentes actores. No buscar la imposición de medidas o ideas, porque sino va a ser mucho más difícil y pueden elevarse los niveles de confrontación.
–La pregunta que sale con casi cualquier propuesta: ¿de dónde salen los recursos para la recuperación de los sectores, sueldos e inversión social?
–No tiene hoy el Estado venezolano cómo atender eso. Venezuela va a tener que recibir recursos de diferentes fuentes. Son tres en esta primera etapa principalmente: el apoyo que puedan dar los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial; luego tienes un segundo elemento que son donaciones, que probablemente van a venir de los Estados Unidos, de la Unión Europea o de países como Japón, China u otras potencias que también ayudarían a poder empezar; y el tercero, tal vez de los más complejos, es la atracción de inversión extranjera, sobre todo en sectores claves como el energético, petróleo, minería, metales, que son áreas donde tenemos ventajas y, con un marco jurídico institucional, puede atraerse inversiones. A partir de allí, podemos contar con recursos de forma considerable, tomando en cuenta también que podría irse a un esquema de desmontaje de sanciones, y eso permitiría hacer frente. Por supuesto, hay que establecer unas prioridades porque son muchas las necesidades y los recursos no van a llegar todos al mismo tiempo.
–Muchos hablan de inversión nacional y extranjera, ¿pero están dadas las condiciones para ello?
–Hoy no están dadas las condiciones para la inversión extranjera, pero yo creo que sí se pueden dar. Un cambio de gobierno, un desmontaje de sanciones, un piso institucional entre diferentes actores políticos, son tres elementos que pueden ayudar a la atracción de inversiones. Ya lo vimos cuando, por ejemplo, hubo el evento de Guaidó, que incluso en unas condiciones tan débiles como esa hubo muchos grupos interesados en Venezuela. Es un país donde está todo por hacerse, que tiene un tamaño de población interesante, que tuvo en el pasado niveles de consumo importante. Yo sí creo que es posible. El reto no es tanto una entrada inicial de inversiones, sino poder mantener en el tiempo las mismas y eso sí amerita reformas profundas, marco jurídico adecuado y cierto piso institucional que carecemos y que debería darse.
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