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La papa caliente iraní-venezolana 🥔



Venezuela y Argentina nuevamente están enredados en un escándalo por un avión, pero en esta oportunidad no está involucrado Antonini Wilson y su valija con 800 mil dólares. Se trata del avión Boeing 747 matrícula YV3531 de la empresa estatal venezolana Emtrasur, la filial de carga de Conviasa, que hasta hace seis meses pertenecía a Mahan Air, una aerolínea iraní sancionada por Estados Unidos por operar como un brazo logístico para transportar armas, recursos y personal de las organizaciones terroristas Fuerzas Quds y Hezbollah. Desde que fue transferido por Irán a Venezuela, a comienzos de año, el avión se movía solo por países aliados del régimen de Nicolás Maduro: Irán, Rusia, Bielorrusia y Serbia. Pero en los últimos meses comenzó a incursionar en algunos países latinoamericanos. El 13 de mayo el avión aterrizó en Paraguay, en un pequeño aeropuerto que sirve a Ciudad del Este, en la triple frontera entre ese país, Brasil y Argentina, una zona en la que opera con fuerza el crimen organizado y donde se ha denunciado que hay presencia de células de grupos terroristas. En esa oportunidad la aeronave reportó que fue a recoger un cargamento de cigarrillos valorado en 755 mil dólares, para transportarlo hacia Aruba. Pero allí comenzaron a encenderse las alarmas. Tres semanas después, —el 6 de junio— el mismo avión aterrizó en Argentina procedente de México, con escala en Caracas, para entregar un supuesto cargamento de autopartes de vehículos. Pero hubo un problema: las empresas petroleras Shell e YPF (la estatal argentina) se negaron a suministrarle combustible por las sanciones que pesan contra Mahan Air y Conviasa. En simultáneo, Paraguay alertaba a sus países vecinos que dicho avión estaba vinculado a organizaciones terroristas de Irán. Sin embargo, argentina ignoró esta alerta y el miércoles 8 de junio permitió que el avión despegara desde Buenos Aires con la intención de volver a Caracas. Por la falta de combustible, el avión debía hacer una escala técnica para abastecerse. Inicialmente, Uruguay había autorizado el aterrizaje en Montevideo, pero estando en el aire sobre el río de la Plata desde la torre de control le informaron al avión que el Comando de Defensa Aérea uruguayo le negaba el permiso para ingresar a su espacio aéreo, por lo que el avión tuvo que volver a Argentina, donde quedó varado por falta de diésel. Allí estalló el escándalo, que fue aumentando cuando se supo que la tripulación estaba conformada por 14 venezolanos y cinco iraníes. La justicia argentina, tras una denuncia de la oposición, impuso prohibición de salida del país a los tripulantes y les retuvo los pasaportes. También incautó el avión y realizó un allanamiento en el que se extrajo la caja negra para su análisis. El gobierno argentino ha intentado minimizar el caso asegurando que los iraníes estarían entrenando a los venezolanos. Sin embargo, desde Paraguay, Israel e incluso el FBI de Estados Unidos se ha confirmado que el piloto iraní, Gholamreza Ghasemi, está vinculado con organizaciones terroristas. La fiscalía argentina ya decidió avanzar con la investigación en contra del piloto y el resto de la tripulación por “terrorismo”. Todo esto ocurre a pocos días de que el próximo 18 de julio se cumplan 28 años del ataque terrorista contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) ocurrido en 1994, que dejó 85 muertos y más de 300 heridos. Según la justicia argentina, este atentado fue perpetrado por miembros de Hezbollah y las Fuerzas Quds, y los autores intelectuales están siendo encubiertos por el gobierno iraní, a pesar de la solicitud de captura internacional.

(*) Periodista venezolano en Argentina. Editor de Monitoreamos

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