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Puerto Rico: con María en la psique

Por Verónica Suárez (*)


Vivir en Puerto Rico es como vivir en Margarita, pero americanizada. Hay mucho turismo, mucha rumba, muchas playas bellas (sobre todo al Oeste de la isla), se come rico, evidentemente la gente es divertida y socialmente muy cool. Pero el entorno laboral es exigente y jodido. Soy maestra de niños especiales y llegué en enero de 2020 porque tenía facilidades familiares: mi padre es cubano exiliado y por ese lado tengo una red de apoyo boricua. En Puerto Rico hay un gran déficit de maestros especialistas y, por motivos que no conozco, es altísima la incidencia de niños y adolescentes en el espectro de autismo. Precisamente este lunes 26 de septiembre estoy comenzando un nuevo empleo con fondos federales (es decir, provenientes de EEUU) en una guardería donde, de 10 niños, 4 están en espectro de autismo. Me van a pagar $10 por hora: los maestros ganan mal allá, aquí y más allá. Vivo con dos de mis cuatro hijos, estábamos pagando $600 de alquiler y recientemente lo subieron a $900. En Puerto Rico se vive bien, pero hay que trabajar. A los venezolanos nos adoran, quizás porque hemos venido pocos y con un nivel profesional. Muchos puertorriqueños viven un poco en una burbuja, quizás por contar con la protección de Papá USA. A veces son un poco ingenuos políticamente. En un evento social, alguien me recordó que un movimiento encabezado por artistas logró en 2019 la dimisión del gobernador de la isla (Ricky Rosselló) y me cuestionó por qué los venezolanos no hacían algo igual. Me piqué un poco y le dije algo así: «Manda a Ricky Martin a Miraflores, para que vean cómo lo ponen a bailar la Vida Loca». El problema más grande de Puerto Rico es el sistema eléctrico, lo que aquí se atribuye a chapuzas (corrupción). El huracán María (2017) dejó algunos vecindarios hasta 6 meses sin luz y ese es un trauma que todavía marca la psique del boricua. En la capital San Juan, donde vivo, el reciente huracán Fiona no fue más que unas lluvias y vientos fuertes, pero estuvimos sin luz ni agua del sábado #18Sep al jueves #22Sep. Como venezolana, uno tiene entrenamiento de guerra, pero igual esto me agarró desprotegida y desorientada. Muchos boricuas tienen plantas de energía, pero nosotros no, y me tocó aguantar la pela y botar comida. Afortunadamente, a 50 pasos tenemos una tiendita de conveniencia con luz donde podíamos resolver con un sándwich. En el sur de Puerto Rico aún persiste la emergencia. Pero repito: a diferencia de Dominicana, los boricuas cuentan con el colchón de los recursos federales. En resumen: los gringos los cuidan, pero los dejan ser.

(*) Educadora venezolana con estatus de residente en EEUU. Vive en Puerto Rico desde enero de 2020

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