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Un año después, te sigo creyendo


Ya pasó un año de la ola que llenó las redes sociales con denuncias de estupro, acoso y abuso sexual en Venezuela. ¿Recuerdas cómo te sentiste mientras leías las más de 600 denuncias que contaban con detalle experiencias de violencia sexual? Para ese entonces todas estábamos un poco abrumadas, tristes y orgullosas de quienes usaron su voz para visibilizar un problema que nos afecta a todos. Quizás no te sentías así, sino un poco contrariada por la forma en la que se llevaron a cabo los eventos. Esta conversación te puede ayudar un poco a entender todo lo que ocurrió hace un año.


Entonces, a un año de #YoTeCreo, ¿qué hemos aprendido? ¿Algo ha cambiado?


Me he dado cuenta de que hay un prejuicio que está muy presente en la forma en la que a veces respondemos a algunas protestas sociales feministas: la necesidad de justificar la protesta únicamente a través de logros concretos. He escuchado constantemente comentarios como “¿Y esto qué va a cambiar?”, “Hablar por redes sociales no cambia nada” o “Hay que buscar mejores formas de protestar”.


Si vemos, por ejemplo, el movimiento Me Too en Estados Unidos, podríamos resaltar una serie de avances concretos que han cambiado el panorama para quienes han sido víctimas de algún tipo de violencia sexual: algunos estados están empezando a prohibir contratos de confidencialidad que incluyen acoso y abuso sexual y están promoviendo leyes de protección para trabajadoras; el movimiento Time’s Up ha ayudado a que más de 3.600 sobrevivientes de acoso y abuso lleven su caso a instancias legales, y muchos de estos casos han resultado en restitución a las víctimas.


Sin embargo, en Venezuela, quizás el panorama no cuente con logros tangibles, al igual que cualquier otra protesta que se dé en un contexto autoritario. Sin embargo, sí creo que hay avances que podemos resaltar:

  1. Las víctimas se sienten más seguras a la hora de hablar de una situación de acoso o abuso: el silencio ha sido por mucho tiempo uno de los principales aliados de la violencia sexual. Poder hablar abiertamente de las situaciones de violencia que hemos vivido es un primer paso fundamental para crear comunidades de apoyo, encontrar información adecuada y estudiar otras opciones para denunciar la situación de violencia a través de instituciones pertinentes.

  2. Hemos aprendido más acerca de la violencia sexual, cómo hablar de ella y cómo cubrirla en medios de comunicación: #YoTeCreo empezó una conversación que era una deuda en Venezuela, y a través de la que hemos aprendido mucho acerca de las dinámicas de poder que generan situaciones de violencia; cómo apoyar a las personas queridas que han vivido abuso; qué palabras usar a la hora de denunciar o hablar del tema. Algunos medios también han incorporado formaciones con perspectiva de género y vías innovadoras para informar acerca de cómo protegernos. Esta estrategia de El Bus TV tuvo una recepción sorprendente. Sin embargo, los medios de comunicación todavía deben hacer un mejor trabajo y mejores coberturas.

  3. Se crearon nuevas comunidades de apoyo: muchas de las víctimas contactaron a especialistas en género y organizaciones para entender cuál es la mejor forma de hablar de sus experiencias. Expresar estos temas por redes sociales no es tan fácil como algunos creen: se necesita contención psicológica, asesoramiento legal, recolección de pruebas, contacto con otras víctimas de los mismos agresores, seguridad digital, etc.

  4. Algunas instituciones y empresas han empezado a aplicar protocolos para prevenir y responder adecuadamente a casos de violencia sexual: ¿recuerdan las denuncias de acoso y abuso de El Sistema? Uno de los pasos que tomó la institución fue la creación de un protocolo hecho a mano de Avesa. La UCAB también instauró un protocolo de acción que puede cambiar la forma en la que las estudiantes de la universidad viven su vida académica. Ojo: no es un proceso fácil. Se necesita formación con perspectiva de género, plataformas que generen confianza, reglas claras y monitoreo constante. ¿Son estos dos protocolos efectivos? En cierta medida sí, pero los protocolos sólo pueden ser analizados si son efectivos a la hora de prevenir y lidiar con casos de violencia. Si se quedan en papel, no sirven para mucho.

  5. Lo que pasa en las redes sociales, no siempre se queda en las redes sociales: muchas de las víctimas que hablaron acerca de sus experiencias de abuso en redes sociales continuaron su proceso contactando a comunidades de apoyo y organizaciones especializadas, asegurándose jurídicamente y procesando sus denuncias a través de las instituciones pertinentes. ¿Por qué es importante denunciar la violencia sexual? En este texto hablamos un poco de eso y cómo es el proceso legal para las víctimas de violencia sexual.

¿Qué hace falta todavía?

¡Un montón de cosas! Pero principalmente: hace falta que el Estado venezolano asuma la violencia sexual como un problema grave que afecta a toda la población venezolana. En Venezuela tenemos un marco legal que podría ser muy efectivo para proteger a las mujeres y a las víctimas de abuso. Sin embargo, la puesta en práctica no es nada buena.


Necesitamos un Estado que nos proteja, con funcionarios especializados en violencia de género y procesos legales que se adapten a las dificultades de un caso de estas características. En este hilo hablamos un poco de la importancia y el rol de las instituciones que protegen a las mujeres.


También hace falta apoyo de parte de la población. En Venezuela, los movimientos feministas enfrentan muchos obstáculos. Aunque la emergencia humanitaria ha afectado principalmente a las mujeres, cualquier denuncia que se haga para visibilizar su situación o la de las personas género diversas suele ser desestimada e infantilizada.


Además, las periodistas que cubren violencia de género se enfrentan a una serie de obstáculos particulares que pueden hasta poner su vida en riesgo.


También nos hace muchísima falta que los medios de comunicación entiendan la importancia del periodismo con perspectiva de género. El caso de Linda Loaiza es un ejemplo de las consecuencias que puede tener el mal periodismo en un caso de violencia de género. Necesitamos medios que entiendan la problemática, que tengan periodistas y editoras especializadas en género, que sepan visibilizar las denuncias, investigarlas y analizarlas. Y lo más importante: necesitamos coberturas que recojan las voces de las víctimas sin revictimizarlas.


(*) Periodista venezolana en Madrid, especializada en género, derechos sexuales y reproductivos y comunidades género diversas

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