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Seguimos esperando el salto de trapo a papel 👩🏻‍⚖️




¿Una imagen que, dentro de 40 años, percibiremos como histórica? Edmundo González junto a algunos de los liderazgos femeninos que trabajaron por un candidato unitario



«La mujer, en vez de jugar un papel, ha jugado un trapo en la historia de la humanidad»: valga la cita de Mafalda. Hasta nuevo aviso, la «oposición más opositora» (Plataforma Unitaria) será representada el #28Jul por el diplomático Edmundo González Urrutia, lo que deja un sabor agridulce: ha sido negada la presencia de la ganadora de las primarias (María Corina Machado) en la boleta electoral. No solo eso, en casi 213 años como país independiente, nunca una mujer ha sido presidenta de Venezuela y la espera sigue. Que vaya a ser mejor o peor gobernante cuando le toque, ya es otro asunto: estamos hablando de igualdad de oportunidades, no de superioridades. Abrimos diálogo con Claudia Santiago, docente e historiadora de la ULA.


—Desde un punto de vista general, no solo nacional: si idealizamos el liderazgo político femenino, no estamos haciendo la tarea. Aquí mismo en América Latina tenemos ejemplos de liderazgos femeninos no demasiado positivos. Creo que el objetivo es la igualdad de oportunidades y desarrollar la percepción social de esa igualdad. Colectivamente, ¿cómo podemos pasar de la falsa meta de la idealización a la normalización del liderazgo femenino, si es que se ha alcanzado totalmente en algún lugar o época humanas?


—Si nos fijamos en el mapa de la participación política de las mujeres (ONU Mujeres), apenas en 21 % de los países hay líderes femeninas que ocupan la jefatura de Estado, (que constituyen) un aproximado de 28 mujeres. Las brechas en la participación son pronunciadas, sobre todo, en países cuyas formas de gobierno no son democráticas (como los países islámicos o regímenes autoritarios).


En este sentido, se puede sostener que, para la consolidación de un liderazgo femenino eficiente, la democracia es un requisito sine qua non. La democracia propicia que participación política de la mujer se dé sin menoscabo alguno, y solo basado en su voluntad y capacidades de liderazgo.


Por otra parte, cuando ustedes hacen alusión al “idealización del liderazgo político femenino”, pudiera interpretarse con esas corrientes actuales asociadas a un movimiento extremista que aspira que las mujeres dominen la escena política, sin tomar en cuenta a sus pares masculinos. Ese elemento podría catalogarse de hembrismo o radicalismo. De ningún modo, esto puede ser apreciado como igualdad (...). Sí debemos pensar que el trabajo de las mujeres —para reivindicar sus derechos— ha de parir desde la promoción de la igualdad ante la ley y la obtención de los mismos derechos que los hombres.}


En síntesis, es necesario que las mujeres lleguen al poder por ser mejores y no por ser mujeres.


En el caso preciso de América Latina, las experiencias son diversas. Podemos citar liderazgos como el de Violeta de Chamorro (Nicaragua), Mirella Moscoso (Panamá), Laura Chinchilla (Costa Rica), mujeres que fueron pioneras en ejercer la presidencia de la República nivel global. En el caso de Venezuela, en el proceso constituyente de 1947, un emocionado Andrés Eloy Blanco daba la antesala a la entrada de las doce primeras diputadas electas del país. Sin embargo, casos como los liderazgos de Dilma Rousseff (Brasil) y Cristina Fernández (Argentina), se vieron ensombrecidos por hechos de corrupción. Y esto último, yo lo vinculo más a la ideología y la debilidad institucional de la región, que a la naturaleza femenina de las gobernantes. Empero, en su momento, ambas representaron ideales de lucha contra las dictaduras del Cono Sur.




Claudia Santiago, profesora e historiadora de ULA



—Aquí en Venezuela hemos tenido un relativo desenlace "potable" a una situación no deseable. Empezando porque la persona que ganó unas primarias no está compitiendo. ¿Crees que hubo razones de género para que el poder no aceptara esa candidatura, pero sí otra masculina igualmente de bajo perfil?


—Primero, debemos partir sobre la base que en Venezuela impera un régimen político autoritario, que ha disminuido paulatinamente la capacidad de maniobra de sus adversarios políticos. Eso ha hecho que no solo la lideresa María Corina Machado haya visto truncadas sus aspiraciones legítimas a ser presidente, sino muchos otros lideres.


Como hemos visto en las alocuciones públicas, el Presidente y sus personeros han llegado a afirmar inclusive que este es un “gobierno feminista”. Igualmente, en el último proceso electoral, el CNE implementó el Reglamento Especial para garantizar los derechos a la participación política de forma paritaria en las elecciones de Legisladores o Legisladores y concejales y otros instrumentos que (garantizarían) la paridad de género en la inscripción de candidaturas a los cargos de elección pública.


No obstante, sabemos que este es un gobierno autoritario, con un discurso cuartelario y antidemocrático, pues limita la participación política de los ciudadanos. A María Corina Machado, a mi parecer, se le han conculcado su derecho a ser candidata, más porque es una ciudadana que tiene el apoyo de las mayorías —así quedó refrendado en las primarias de octubre del 2023— que por ser mujer.


Igualmente, la intención de la respaldar la inscripción de la doctora Corina Yoris se motivó más por la intachable hoja de vida de la profesora y su ética como representante de la sociedad civil. También se puede resaltar que la doctora Corina Yoris no solamente representa las grandes luchas de la mujer venezolana, sino también es el adalid de uno de los sectores más maltratados de la sociedad (los pensionados y jubilados/ el gremio docente).


Más que al hecho de ser mujer, el gobierno tema al apoyo popular que ha construido la lideresa de la organización Vente Venezuela. Sin duda, el liderazgo de Machado representa la lucha de los ciudadanos para construir una alternativa al poder actual.


—Nuevamente: el desenlace no es el deseado. Pero se alcanzó una solución (imperfecta y/o intermedia). Hay un candidato que legalmente no ha sido aún objetado y que ha acatado (al menos verbalmente) a Machado como líder única de la oposición. En el supuesto de que González gane, aún no sabemos cómo se resolverán esos conflictos. Pero... ¿cómo valoras la participación de varios liderazgos femeninos en esa solución? No hablo solo de MCM sino de figuras como Delsa Solórzano, la propia Yoris, incluso la presidenta de Primero Justicia (María Beatriz Martínez).


—Aquí se pueden exponer coyunturas interesantes. Sabemos de las arduas luchas y el proceso de negociación que han tenido que hacer los partidos que conforman la Plataforma Unitaria (PU) para poder inscribir la candidatura de Edmundo González Urrutia. En este sentido, el hecho de que María Corina Machado y su movimiento político lograrán refrendar —con los factores de oposición—, el apoyo a González, le otorga una legitimidad de origen y el respaldo del espectro político, vitales para la consolidación de una candidatura unitaria.


Para nadie es un secreto el arduo trabajo político de María Corina Machado y su organización política. Machado, junto al resto de partidos políticos, ha logrado movilizar a los ciudadanos con el objetivo de construir una opción electoral tangible. En la actualidad, en la compleja situación política que atraviesa Venezuela, es loable que una mujer dirija las fuerzas cambio.


María Corina Machado es solo un rostro de las capacidades políticas que demuestran las mujeres como protagonistas fundamentales para alcanzar la transición. Así como ella, hay miles de activistas de la sociedad civil, en los gremios o universidades, (como) amas de casa, empresarias, lideres comunitarias, activistas de género, que no han dejado de organizarse para alcanzar el cambio político en Venezuela.


Particularmente, coincido con la opinión de la historiadora Inés Quintero, en su obra La palabra ignorada. La mujer: testigo oculto de la historia de Venezuela: aunque su voz haya sido silenciada, la mujer venezolana siempre ha sido protagonista de los grandes hitos de la historia venezolana. En estas horas aciagas de la República, donde el país ha sido azotado por una crisis económica sin precedentes, el activismo político de la mujer ha sido vital en el proceso de redemocratización de la nación.


Es el caso de la lideresa de Encuentro Ciudadano, Delsa Solorzano, quien dirige la única organización política del país con perspectiva de género. Al igual que la presidenta de PJ (María Beatriz Martínez Riera), ha sido visible Tamara Adrián en su trabajo de acompañamiento a las aspiraciones presidenciales de María Corina Machado. En este caso, hay que reconocer (...) el despertar político venezolano tras la abstención de los últimos procesos electorales. En este contexto, se ha evidenciado que miles de mujeres, a lo largo y ancho de la geografía nacional y fuera de nuestras fronteras, están activadas en aras de construir la transición a la democracia. De la misma forma, no debemos olvidar a las privadas de libertad por razones políticas —cuyas voces han sido silenciadas— ni tampoco de las miles que se encuentran exiliadas por razones políticas.


—¿Qué sigue faltando para romper esa brecha? Nos referimos a la posibilidad de concretar un liderazgo femenino con opción real en el cargo más importante en un país presidencialista.


—Trataré de dar respuesta por partes a esta interrogante. Aunque el gobierno del país se autoproclame feminista y tenga una serie de instrumentos legales que decreten la paridad de género, muy lejos estamos de alcanzar esa paridad de género en la política.


De hecho, un informe del Instituto Netherlands Participación Política de las Mujeres en las Elecciones Regionales y Municipales en Venezuela 2021 devela que hubo un retroceso en el número de cargos públicos ocupados por mujeres en Venezuela. En los pasados comicios regionales, solo por citar un ejemplo, apenas una mujer fue electa como gobernadora (representante del PSUV).


Para alcanzar la equidad de género en la participación política en Venezuela falta un arduo camino por recorrer. Igualmente, quisiera mencionar que los partidos políticos tradicionales en Venezuela, no se han caracterizado por democratizar sus bases y hacer elecciones internas. En esta perspectiva, la mujer podrá llegar al poder, siempre y cuando los partidos políticos no obstaculicen la posibilidad de que sean candidatas.


En Venezuela, el machismo, el patriarcado, la tradición caudillista, la militarización de la gestión público, son indicios de los difícil que se le hace a las mujeres participar políticamente. No hay democracia sin mujeres. Sin embargo, como hemos podido ver, muchas mujeres han dirigido (recientemente) los principales poderes públicos de la nación, pero esa designación ha sido justificada más por su parcialidad política, que por sus competencias para ejercer dicho cargo.


Como es sabido, existe una suerte de barrera invisible que impide que las mujeres logren alcanzar los máximos escalafones a nivel empresarial o político. Con lo anterior nos referimos a la metáfora del “techo de cristal”, donde se genera una alta participación de las mujeres en cargos de asociaciones de vecinos, consejos comunales, mesas de agua, etc.


Sin embargo, el nivel de participación se limita cuando aspira dirigir las organizaciones políticas, o candidaturas de peso a nivel regional o local.


Sin duda, en la actualidad, los ciudadanos están más conscientes de que la mujer puede liderar el país. Si miramos en retrospectiva, la candidatura de Ismenia de Villalba fue simbólica (por ser la esposa del histórico líder de URD). En el caso de la ex reina de belleza, Irene Sáez, aunque alcanzó altas cuotas de popularidad, no logró ser una alternativa de cambio al bipartidismo tradicional.


En la actualidad, lideresas como Machado, Solorzano, Adrián y muchas activistas regionales han demostrado que las mujeres venezolanas cuentan con sobradas credenciales para liderar la transición política.


En cuanto al caudillismo, siempre he pensado (...) que el “gendarme necesario”, planteado en el clásico Cesarismo democrático de Laureano Vallenilla Lanz aún sigue vigente en el imaginario socio cultural venezolano. No es casual que un militar haya resultado victorioso en los comicios electorales del 6 de diciembre de 1998. Para entonces, los venezolanos seguían añorando con nostalgia la llegada de un líder providencial, capaz de enderezar con mano férrea los senderos de la nación.


Actualmente, podemos constatar que los militares no solamente predominan en las instituciones militares, se les han otorgado puestos claves en las empresas estratégicas de la nación, ocupan cargos importantes en los ministerios y en los gobiernos regionales y la policía política (otrora dirigida por civiles).


En un contexto autoritario, la presencia de hombres y mujeres que no sean parte de la estructura del poder se ve obstaculizada. Por eso, considero necesario devolver la civilidad a la nación y educar para construir un imaginario sociocultural en el que prime la separación de poderes, la ética en la función pública, la rendición de cuentas y la descentralización del poder político. Para tal fin, contamos con el esfuerzo de valiosas mujeres que colaboran siempre con la recuperación de la democracia en el país.



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