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Una fábula de Esopo: el acoso escolar y el fiscal tuitero 🐘🥂



En 2022, probablemente, presenciaremos una relegitimación de la fiscalía chavista, para barnizar un poco la barbaridad que se cometió en 2017 con la difunta constituyente. El fiscal Tarek William Saab (¿en campaña?) se ha lanzado de cabeza en una cruzada contra el acoso escolar. Parece un objetivo noble. Los métodos utilizados tienen la sutileza de una polea de gimnasio y han incluido violación de derechos de menores y detención arbitraria de docentes de colegios privados.


Armamos un pequeño panel de debate (a distancia) con: Angeyeimar Gil, trabajadora social y columnista de El Pitazo; el padre jesuita Arturo Peraza, vicerrector de UCAB Guayana y rector del colegio Loyola Gumilla de Puerto Ordaz, una de las instituciones señaladas por presunta "omisión" ante acosos; y Carlos Trapani, coordinador de la ONG Cecodap.


La comunicación de la campaña




Angeyeimar Gil: “Si te refieres a la réplica que hizo el fiscal de los videos que fueron virales en redes sociales y que dieron inicio a la a los procesos judiciales de los adolescentes (...), efectivamente hay un mal uso de ese medio por parte de la Fiscalía, que además se ha convertido en una práctica de los órganos oficiales: hacer una exposición de las personas que están siendo procesadas por los distintos delitos sin resguardar identidad, sin importar un poco guardar las formas e lo que significa un proceso judicial. Particularmente cuando se trata de adolescentes. La Ley establece que debe garantizarse la confidencialidad en todos los procesos administrativos o judiciales en los que los niños, niñas y adolescentes (NNA) participen y que no se pueden exponer. Debe haber un respeto al honor y la reputación y a la propia imagen de los adolescentes, y por ninguna vía, ninguna persona, por más autoridad que sea, puede hacer esta actuación… Muchísimo menos el fiscal"


"Sobre poner como un tema destacado el acoso escolar, puede ser que resulte en algo positivo, que sea un tema atendido públicamente, mediatizado, porque prende las alarmas, genera la necesidad de hacer cosas. La forma no es adecuada: la amenaza, el terror que se genera por parte del Ministerio Público en la atención de esta situación. Siento que es inadecuado, pero seguramente podremos hacer un análisis posterior en la historia de que pudo haber resultado como algo positivo porque eso moviliza a la gente, moviliza no solo a las familias a hablar con sus hijos del acoso escolar, a evaluar si sus hijos están siendo víctimas o están siendo victimarios. Moviliza a la escuela a buscar alternativas, a hacer cosas. Por ejemplo, yo recibí la convocatoria en un colegio para ir a hablar en el consejo educativo sobre los mecanismos de resolución de conflictos y sobre cómo atender de manera adecuada los conflictos que se presentan en el colegio. O sea ya eso te da una idea de que efectivamente por lo menos ha habido una reacción. Ahora, lo importante sería que esa reacción realmente sea una reacción planificada, pensada, estructurada y que pueda mantenerse en el tiempo. Y que no sea momentánea solo por el boom de la noticia y por lo mediático de la situación y por terror. Porque la actuación con base en el terror no va a traer los mejores resultados en la atención del acoso escolar o de la convivencia escolar”.





Arturo Peraza: “Yo valoro positivamente la idea de una campaña, o en definitiva, el poner sobre el tapete el tema del acoso escolar como un tema importante. Creo que es un tema importante, creo que es un tema que hay que valorar, creo que es un tema que particularmente debe asumir el ministerio de Educación juntamente con el ministerio de Sanidad, porque son dos dimensiones que están abordadas en este aspecto. Y considero que esa campaña fundamentalmente debería estar dirigida por esas dos instancias… Como instancias de sensibilización. Pero no le quito al interés al ministerio público y ojalá a la Defensoría del Pueblo como instancias protectoras en materia de derechos humanos, para también asumir una campaña en esa dirección. El tema es valioso, es importante, afecta la vida de jóvenes de una manera muy importante, de forma tal que todo lo que se pueda hacer por evitar las situaciones de acoso escolar, y superar las condiciones de violencia que se pueden presentar en las escuelas, a mí me parece importante”.





Carlos Trapani: “El tema del acoso escolar merece ser visibilizado y problematizado. El primer paso para la prevención es hablar del tema. ¿Cuál es el problema? Bueno, cuando las autoridades, en este caso el ministerio público, exponen a presuntos agresores de acoso públicamente en redes sociales. Las redes sociales no pueden ser tribuna para dirimir conflictos sociales. Puede haber determinadas problemáticas que sí se pueden ventilar. Lo que la ley prohíbe expresamente en el artículo 65 de la LOPNA es exponer, divulgar datos o información que permite identificar de forma directa o indirecta a un niño víctima o a un niño victimario. Entonces el ministerio público, como garante de la legalidad, no puede —en aras de visibilizar la problemática— exponerlos al escarnio público, porque esa exposición… Primero, el video se sale de contexto, y segundo, violas el derecho a la defensa, la presunción de inocencia, el debido proceso… Y eso eventualmente pudiese generar unas consecuencias no esperables en la vida de los niños involucrados. Incluso en las propias víctimas”



La judicialización de casos


Angeyeimar Gil: “No estoy de acuerdo con la judicialización de la atención del acoso escolar. Salvo, obvio, que se constituya en un hecho punible, que ya hay una legislación nacional súper importante. Más de 20 años tiene la LOPNA y establece cuáles son los mecanismos de atención en casos de delito por parte tanto de niños como de adolescentes. Y es muy claro el procedimiento, está apegado a todos los principios de la Convención de los Derechos del Niño este y que busca, en el caso de los NNA con menos de 14 años que haya una atención integral para evitar que la situación se repita, y en el caso de los adolescentes, que pasen al proceso penal, porque es un delito lo que sucedió. Si se cataloga como un delito. Ahora el acoso escolar no siempre es un delito. Solo cuando llega a un nivel de mucho tiempo, de mucha recurrencia del acoso es cuando puede llegar a convertirse en un enfrentamiento que pueda generar una lesión en alguna de las de los involucrados. Pero la dinámica que uno conoce como acoso escolar no necesariamente se convierte en un delito. Claro que ahora, con esta nueva ley que está en discusión, que no ha sido aprobada, ahí lo que establece es que sí va a atenderse como delito y que va el ministerio público a sancionar a los responsables. Eso supone un nivel de discriminación, porque los que son sancionables son una parte bastante pequeña de los NNA que pudieran estar involucrados en situaciones de acoso, tanto como como víctimas como victimarios. Porque en Venezuela la responsabilidad penal es a partir de los 14 años"


"Entonces estamos hablando de judicializar solo a los adolescentes con más de 14 años que estén involucrados en situaciones de acoso. Los que están por debajo de esa edad se atenderán por el procedimiento que establece la LOPNA desde hace bastante tiempo, que es el consejo de protección para resolver el conflicto y para dictar medidas que eviten que esa situación se vuelva a repetir. Pero no vale la pena que nosotros establezcamos como procedimiento de atención del acoso escolar la judicialización, porque no supone un proceso pedagógico, porque no genera una atención desde una perspectiva social, sino una perspectiva netamente jurídica. Y efectivamente hay unas condiciones estructurales en el país y particularmente en las escuelas que no brindan condiciones para decir que la escuela está funcionando perfectamente, que el sistema educativo está cumpliendo su función social como para entonces acusar a los adolescentes de que son ellos los que están fallando. Que son responsables absolutamente de la situación de acoso escolar, o de la violencia, o del delito que que pudieran haber cometido. Habría como que hacer una revisión de las estructuras para poder entonces sancionar y establecer que la forma correcta de atenderlo entonces es meterlos presos y procesarlos judicialmente”


“En el caso de la atención de los docentes, de los directores por la omisión, habría también que decir que hay un vacío legal a partir de la reforma en 2009 de la Ley Orgánica de Educación que limita las posibilidades de sancionar dentro de las instituciones educativas, estableciendo que las medidas que se vayan a tomar en situaciones de conflictos deben ser pedagógicas y que luego de aprobada la Ley Orgánica de Educación se iban a aprobar otras leyes especiales de los subsistemas de educación que iban a tener como un poco más de especificidad de cómo atender el conflicto o los conflictos que se puedan presentar en la dinámica escolar. O las mejores sanciones para las distintas situaciones que se pudieran presentar. Pero ahorita hay vacío legal en ese sentido. Lo que sí dice la Ley y es el principio que uno asume como bandera es que todos los procesos de resolución de conflictos, al no estar establecido el procedimiento, la escuela debe acudir a la resolución alternativa de los conflictos. Y por eso se hace una exigencia de que las instituciones educativas establezcan manuales de convivencia. O acuerdos de convivencia. El proceso de construcción de esos acuerdos de convivencia y de esos manuales deben ser —para que puedan surtir efecto— procesos democráticos y procesos. participativos de toda la comunidad educativa. Eso incluye a las autoridades, al personal docente, al personal administrativo, al personal de limpieza, a los papás y las mamás, representantes legales y a los propios NNA en una actividad democrática y participativa. Participativa de todos, en igualdad de condiciones. Se construye un instrumento normativo que va a regular las relaciones de convivencia y que debería establecer la forma correcta de atender los conflictos, estableciendo no solo el procedimiento sino también cuáles son las posibles sanciones que se van a aplicar. Y al ser construido por todos, con participación real de todas las partes, ya eso en sí mismo constituye una acción preventiva, ¿ves? Porque ya todos saben qué esperar, cuando se presenta un conflicto, qué esperar de la escuela, cómo van a ser sancionadas las personas que generaron el conflicto y cómo van a ser resguardados quienes terminan siendo víctimas de esa situación"


"Entonces este proceso que te acabo de narrar no pasa en las escuelas venezolanas. Porque los acuerdos de convivencia se han convertido en un requisito que pide la zona educativa, y que los directores, en toda esta crisis que existe en el país desde hace ya bastante tiempo, de no tener recursos, de malos salarios, de pandemia, de cambios en las directrices de cómo actuar, de cuánto tiempo vamos a estar… Todo lo que significa la crisis también en el ámbito educativo. Entonces además se tienen que poner a construir unos acuerdos de convivencia. Y no lo hacen. Le pagan a alguien, le piden el favor a alguien que les redacte unos acuerdos de convivencia, van y los presentan en las instancias en las que los deben presentar, súper tardío, además, porque termina el año escolar y ellos todavía están esperando —los que lo presentaron— que les digan si eso está aprobado o no, si si es correcto, si está bien. Entonces al final no surte efecto. Cuando se presenta un inconveniente, cuando hay un conflicto, nadie sabe qué hacer, nadie sabe cómo actuar. nadie sabe qué esperar. Y lo que pasa regularmente es que se le pide a instituciones externas a la escuela que actúen. Como al consejo de protección y ahora con esta dinámica de judicialización y de presentar a los adolescentes por acoso escolar en el ministerio público, entonces el ministerio público será otra instancia a la que la gente acuda. Pero los acuerdos de convivencia no existen, no se logra que el proceso sea atendido en la escuela, porque la escuela no tiene tampoco herramientas ni está capacitada para poder adelantar resoluciones de conflictos de manera alternativa. Tenemos allí una falla estructural que hay que reparar, que hay que tratar de establecer que esos procesos se den para que efectivamente la comunidad educativa pueda resolver sus asuntos y sus conflictos”


“Pero además estamos hablando de NNA, personas en pleno desarrollo, que van a la escuela a formarse, no solo académicamente, sino que principalmente van a formarse como ciudadanos. Van a aprender a convivir, a relacionarse con los otros. Y todas las personas somos diferentes, el conflicto siempre va a existir, la diferencia siempre va a existir y lo que deben aprender los NNA y también las personas adultas es a poder dirimir esas diferencias sin afectar al otro, sin golpear, sin violencia y sin que se vulneren derechos. Sino tratar de resolver las cosas, conversar, reflexionar, apelar al respeto, a la tolerancia, al entendimiento y a la convivencia. Eso forma parte de la función de la escuela. Simplemente desaparece eso como función de la escuela. Porque se presenta un conflicto, y bueno, vamos al ministerio público y que el ministerio público resuelva cómo se atiende. Eso no tiene ningún sentido. Es un retroceso en los avances que se dieron con la LOPNA y con la firma y ratificación de la Convención de los Derechos del Niño, porque estamos volviendo a la judicialización de los problemas sociales. El acoso escolar, la violencia que se da en las escuelas, tiene que ver con problemas sociales y deben ser atendidos de esa manera. Y particularmente con los NNA deben ser atendidos en lo pedagógico, brindar herramientas de convivencia, de respetar a los demás, de entender cuáles y de entender lo que significa ser ciudadanos. Y eso simplemente no aparece reflejado en toda esta dinámica de los órganos oficiales”.


Arturo Peraza: “Soy muy contrario a la creación de nuevos elementos de criminalización, y de pensar que el sistema judicial debe ser utilizado fundamentalmente para eso. La LOPNA tiene un sistema muy interesante e importante que le entrega a las defensorías escolares y fundamentalmente al Consejo del Niño y el Adolescente la responsabilidad de valorar la situación. Si un hecho, cualquiera que este sea, traspasa las condiciones como para tener que solicitar a la fiscalía general de la República, al ministerio público, una actuación… Son estos órganos los encargados a su vez de llamar a esta instancia para que tomen las decisiones que hubiera lugar. Y uno entiende que hay algunos casos en donde, efectivamente, menores de edad pueden incurrir en conductas tan graves y tan serias que eventualmente requieran un proceso de judicialización en sí mismo. Pero lo normal debería ser que las instancias administrativas, léase el ministerio de Educación, con otras instancias que acompañan este proceso, las defensorías escolares… Fueran quienes asuman las situaciones que pueden escapar del control de la escuela… Y que eventualmente necesiten un nivel de intervención para apoyar el trabajo de la escuela y evitar que las situaciones de violencia se puedan escapar”


“En los casos de acoso, particularmente, yo siento que el proceso de reeducación de los adolescentes es importante asumirlo desde la complejidad de lo que ese hecho significa. El acoso no es solamente de uno, o de un grupito muy chiquito de particulares que generan acoso. El problema del acoso es que normalmente implica al grupo completo de estudiantes, que de alguna u otra manera, parecen rechazar de manera indebida a un compañero. La situación del propio muchacho que está siendo rechazado, que también requiere apoyo psicológico y apoyo en su desarrollo, en términos de capacidad de relación con los demás… De forma tal que uno entienda que ese problema tiene una cantidad de vectores importantes que tiene que ser asumidos… Y que el elemento de judicialización lo único que hace es perturbar ese proceso. Por eso yo, en lo personal, soy abiertamente contrario a que ese sea el modo de salida. Salvo situaciones excepcionales que requieran intervención, porque los hechos acontecidos suponen de suyo delitos graves e importantes que requieren procesos de judicialización. Por cierto, en los casos de los directores, todavía peor… Porque lo único que usted está convenciendo a cualquier docente es: evitar a como dé lugar ser directivo. Porque yo no sé qué muchacho en unas condiciones determinadas puede llegar a un acto de violencia e implicar mi responsabilidad penal. Lo que sería una perfecta locura y, amén de ello, supondría una situación de inseguridad para todos los miembros o funcionarios públicos”


“Me llama la atención, de hecho, que este planteamiento de omisión por parte de los docentes se ha aplicado solamente a las escuelas privadas. Pero yo he visto que han procesado casos en escuelas públicas, pero eso no ha significado que el director de la escuela pública haya sido procesado. Cosa que me alegra, por demás, debo decir, porque esto es lo que se debió haber evitado. Pero señalo la diferencia porque me parece haber observado eso. Puedo estarme equivocando en esta percepción. Pero creo que hay que afinar un poquito el lápiz para ver cuándo es que imputan a docentes por presuntos comportamientos de omisión, en condición de posición de garante… Y en cuáles casos no los han imputado cuando se dan situaciones análogas, y por lo tanto se debió haber aplicado la misma solución, si es que se quiere ser justo y equitativo… Pero insisto, creo que ese supuesto no es feliz. No ayuda. Como no ayuda judicializar a menores de edad cuando puede haber otras alternativas de solución de conflictos”.


Carlos Trapani: “Fíjate, tienes un problema jurídico: el acoso escolar no está tipificado como un delito. Ni siquiera encuentras un artículo que te lo defina. Por lo tanto, el acoso escolar no es sancionable. ¿Qué es lo que pasa? Que el acoso escolar es una violencia que va en escalada, que es progresiva, que es intencional, y se incrementa en frecuencia y en severidad si no hacemos intervenciones oportunas ¿Qué pasa? Que y,o eventualmente. acosando a un niño físicamente, yo pudiese cometer un delito, en este caso lesiones, que es el delito que se le está imputando a los adolescentes. Entonces hay otras expresiones de acoso… El psicológico, el relacional, en donde no necesariamente hay un video o hay evidencias físicas. Entonces hay situaciones que son distintas”


“¿Qué creo yo? Bueno, que la judicialización no puede ser el primer y el único recurso. Es decir, en aquellos casos de delito, en el marco del acoso, debe haber una denuncia. No avalamos la impunidad y siempre exigimos la protección de las víctimas. Lo que hay que entender es que hay algunas circunstancias de acoso, que en detecciones tempranas, que no necesariamente sean punibles… La escuela, con estrategias pedagógicas, incluso con la articulación de sistemas de protección… Pudiese intervenir y pudiese abordar. Y lo que hemos insistido en Cecodap: es mucho más fácil la prevención que la atención. El reto que tenemos como escuela es transversalizar la convivencia y el clima escolar dentro de la gestión educativa, donde los chicos puedan tener espacios, oportunidades, para hablar de sus problemas, hablar de sus conflictos, y recibir una adecuada y oportuna orientación”.


El límite de una muchachada y lo delictivo


Angeyeimar Gil: “El acoso escolar no es exclusivo de los adolescentes, o sea que no está propiamente relacionado con los cambios de la adolescencia, con lo hormonal. Eso puede influir, puede ser un factor que influye, puede ser que pase más. Que ahorita veamos más que son los adolescentes. Pero el acoso como práctica puede pasar con niños más pequeños y no tendría estrictamente que ver con lo hormonal. O de la impulsividad. No propiamente se debe ver así porque estaríamos reduciendo el problema a una población de determinada edad y eso no está bien, porque es un problema que afecta a todos los NNA. Y por otro lado hay una diferencia entre una discusión, entre un conflicto y el acoso escolar. Porque el acoso tiene unas características particulares: es reiterativo, es constante, que tiene una intención, que es planificado, que además va en escalada. O sea, hay unas características para determinar que la agresión que recibió un niño forma parte de una situación de acoso escolar"


"Entonces no todo lo que nosotros hemos visto en las redes, los videos que han salido en redes… No todos calificarían como acoso escolar, porque para determinar eso, habría que conocer la historia, habría que conocer, por ejemplo, cuántos episodios han sucedido, cuál ha sido la relación entre las personas involucradas. Y allí en esa situación, cuando es realmente constante, cuando es una situación que lleva tiempo, y que la víctima tiene tiempo soportando las agresiones, la violencia verbal o psicológica, entonces allí sí hay una responsabilidad de las personas adultas que rodean a los NNA en la escuela de no haber visto, de no haber frenado y de no haber atendido esa situación. Entonces en ese caso sí correspondería hacer el llamado de atención a la escuela, pero tendríamos que tomar en consideración todo lo que te conté antes de los acuerdos, de cuáles son las condiciones que tienen las escuelas en Venezuela, el salario de los docentes, la preparación y las herramientas para asumir la resolución alternativa de conflictos. Es toda una política que debe existir en el nivel nacional, que supone no solo establecer una ley, sino que haya recursos, que haya inversión, que se hagan cosas, es decir que el Estado asuma su responsabilidad de garantizar que las escuelas puedan ser espacios seguros. Hasta que eso no suceda no tendría mucho sentido decir que se están haciendo cosas para prevenir o para frenar el el acoso escolar”.


“Y no necesariamente al niño que acosa lo podemos catalogar como que tiene una patología. El acoso también puede ser el resultado o la respuesta, la consecuencia de una persona que vive la violencia. Es como la respuesta social frente a ser víctima de una violencia que puede ser familiar, comunitaria o de otro NNA. Allí también hay que poner la mirada en qué pasa con los NNA que actúan como agresores o como victimarios en el acoso escolar, qué es lo que pasa en su vida y qué es lo que genera que se convierta en un acosador. Entonces cuando se habla de acoso siempre la mirada está en la víctima, y está muy bien que miremos a la víctima, que intentemos proteger, que brindemos las condiciones para recuperar a la víctima de esa situación. Pero hay que recordar que, cuando hablamos de acoso escolar, estamos hablando de pares, es decir, estamos hablando de NNA, y todos, la víctima y el victimario, tienen derechos. Y tienen derecho también a la protección especial, entonces hay que ver qué pasa con el victimario y qué podemos ofrecer para que deje de ser victimario. Qué cosas pasaron en su vida y cuál fue la omisión que hubo también del Estado, de la familia y de la sociedad para que llegara a convertirse en eso. No es solo que tiene una patología y se volvió loco y entonces acosa a la gente. Eso no es así. Porque es resultado de una sociedad. Los acosadores escolares son resultados de una sociedad y de unas formas de relación que existen en la sociedad, que además se imponen como la norma y como la mejor forma, por ejemplo, de ser reconocidos, de sentirse exitosos, y eso también hay que atenderlo, y lo tiene que atender la escuela, y lo tiene que atender el Estado, la familia y la sociedad. Tiene que haber otros cambios estructurales para lograr realmente prevenir el acoso escolar”


Arturo Peraza: “Efectivamente, establecer un límite cuando estamos hablando de un área gris es complicado. Yo creo que en aquellos casos en donde tú puedes llegar a arreglos entre las partes, porque los efectos dañosos del hecho son menores… No deberían tender a ser judicializados, sino que tienen que ser trabajados en el ámbito administrativo. Es decir, en el proceso escolar, y con ayuda probablemente del Consejo del Niño y Adolescente, de las defensorías escolares y otras instancias del ministerio de Educación, incluso del ministerio de Sanidad, que ayuden a abordar el problema y el proceso. Cuando los daños, efectivamente, son suficientemente importantes como para que un arreglo entre las partes no sea posible, porque el delito o el hecho cometido genera un daño en las personas… Que no puede ser objeto de arreglo según el derecho penal… Es allí donde yo siento que, bueno, que estás delante de una cosa que es más de una muchachada y que comporta una situación de delito que, perfectamente, digamos, es posible el camino de la imputación. Y por eso señalo el hecho de que los Consejos de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes pueden hacer ese elemento de distinción y convocar a la fiscalía en aquellos casos en donde evidente y abiertamente hay un delito. Pero donde estamos hablando de delitos menores debería evitarse a como dé lugar la criminalización de la conducta. Y más bien promover la idea de una solución alternativa de conflicto, que son los modos en donde la sociedad venezolana puede hacerse adulta: en la búsqueda de salidas a problemas y no en la creación de peores problemas que aquellos que tú quieres resolver”


Carlos Trapani: “Mira, hay que estar atentos a diferenciar una muchachada de un hecho de violencia. Porque no hay violencias buenas ni violencias malas. Violencias permitidas y violencias no permitidas. Toda situación de acoso es violencia. Solo que en función de los hechos concretos, de la agresividad, de la frecuencia, de la intensidad, el abordaje es distinto. ¿Qué es lo que ha pasado en el colegio? ¿Y ha sido una constante? Que se minimizan los hechos y se llega a decir que son problemas de muchachos… Y que son los muchachos quienes tienen que resolver sus propios problemas… Y eso es relativo. Porque los chicos pueden tener la habilidad de hablar, de expresarse, pero no necesariamente tienen la competencia para resolver conflictos. Y si trasladamos la responsabilidad de resolver un conflicto a los niños sin el debido acompañamiento… Bueno, ahí probablemente generamos problemas. Hay otro aspecto importante, que es contracultura… Que se materializa en el acoso… Que tiene que ver con el chalequeo, la broma… Lo jocoso forma parte de nuestro sistema de relaciones. En ese sentido, yo creo que es importante, con los niños, hacer esfuerzos pedagógicos. Incluso con los adultos. Que una cosa es reírme con los demás. Y otra muy distinta reírme de los demás. Y eso se educa, eso se practica y eso se modela”


“Y hay que entender que el NNA es un ser biopsicosocial y responde a distintas etapas de desarrollo. Hay unos antecedentes. Cada caso tiene sus propias características. Eventualmente un agresor pudo haber sido una víctima. O ese agresor que condenamos o rechazamos, probablemente es víctima de violencia en su familia, y entendió que la violencia es una forma de relación. O una forma para ejercer el poder, para que una persona haga lo que yo quiero. Entonces son situaciones complejas, porque tocan lo familiar, tocan lo comunitario, tocan lo escolar, tocan lo relacional. Y lo que tenemos es que aprender a convivir. Donde el conflicto es inevitable, pero yo no puedo utilizar la violencia para dirimir un conflicto”


Banalización de la violencia entre NNA


Angeyeimar Gil: “Sí hay una promoción de de la violencia, de la naturalización de la violencia que le llega a los NNA por todas las vías, por todos los medios y corresponde a la familia, a la sociedad y al Estado poder enfrentarlo, o poder brindarles otras alternativas a los NNA que los eduquen y los formen, entendiendo que no que no es correcto, desde otra perspectiva… De convivencia, de compartir, de respetarse, con base en los DDHH. Es un trabajo educativo, es un trabajo pedagógico que hay que hacer. Los adolescentes no es que rechazan la autoridad. Hay un proceso, y hay un punto, un momento en la adolescencia, en la que eso sucede. Y eso va a suceder —más o menos— dependiendo de la crianza. dependiendo de la historia del adolescente, de lo que vivió, de cómo fue la relación con sus padres, de la estructura que tuvo. O sea, no es que todos los adolescentes son unos irreverentes por naturaleza y no le van a prestar atención a los adultos. Eso no es tan así, no es tan extremo. Y para lograr que los adolescentes puedan tener una relación con los adultos y con la sociedad más armoniosa, más de convivencia, necesitamos que desde que son pequeños los tratemos de una manera correcta. Es decir, reconociéndolos como sujetos de derecho, logrando y promoviendo que haya participación desde que son pequeños. Involucrándolos en las decisiones que se toman"


"Por eso el cambio de paradigma que hubo con la Convención de los Derechos del Niño hizo mucho énfasis en la participación de la infancia como un principio transversal de cualquier proceso que quiera hacer cualquier persona para proteger a la infancia. Si no se da el proceso de participación, de la toma de decisión, del reconocimiento como ciudadanos, como sujetos de derecho, es como complicado luego que le queramos pedir a los adolescentes… Porque siempre se les pide y se les exige —cuando están en ese momento de su desarrollo— que tengan interés por lo colectivo, que tengan interés por resolver los conflictos de mejor forma, o de una manera adecuada, o de la manera que los adultos creemos que es adecuada… Algunos… Porque los adultos también tienen problemas de ese tipo, y los adultos también cometen actos de violencia. Y son adultos. O sea que no es un problema exclusivo de los adolescentes. Los adultos también hacen acoso. Entonces no se trata solo de los adolescentes, pero si nosotros logramos establecer unas formas de atender a los adolescentes, con base en respetarlos como personas en desarrollo, involucrándolos en los procesos de manera progresiva, respetando que los chiquiticos hacen unas cosas, que los más grandes pueden hacer otras, o sea sus capacidades tanto intelectuales como físicas… Pero involucrándolos en los procesos sociales… Bueno, vamos a tener adolescentes interesados en participar, en involucrarse, en construir y van a tener una relación con los adultos, no sobre la base del rechazo o de desconocer a la autoridad… Porque el desconocimiento de la autoridad, en el caso de los adolescentes, es una respuesta al autoritarismo que generaron los adultos en todo el proceso anterior. Es una evaluación también de cómo tratamos a los NNA, y de cómo los criamos, y de cómo logramos incorporarlos en la sociedad desde siempre. Para que no sea una exigencia en un momento dado, y no haya las herramientas, y no tengan la capacidad para hacerlo. Ese es el choque que hay con los adolescentes”.


Arturo Peraza: “Ciertamente, los chicos están viviendo un período de importante relativización de valores fundamentales que atentan contra el proceso de desarrollo del adolescente. Porque los chicos necesitan, en una primera fase, entender parámetros generales de lo que está bien y lo que está mal, y después es que podrán ir entendiendo los matices grises de ese conjunto de parámetros, entendiendo que no necesariamente siempre está mal o siempre está bien una conducta determinada. Y que puedan entender lo que significa moderación, pero esto es justamente el proceso de irse haciendo adulto. Los chicos están sometidos a un bombardeo, hoy en día, por parte de las redes, los medios, etcétera, en donde se relativiza… Y cualquier conducta parece legítima o válida simplemente por ser deseada o querida. Creo que la educación tiene que enfrentar esa realidad, tiene que volver a ayudar a los jóvenes a establecer parámetros. Y no niego que con los muchachos esto es difícil, pero aquí es justamente un juego entre padres, representantes, sistema educativo… que ayude a que los chicos puedan entender ese proceso de decisiones. En el momento en que tú quieres trabajar esto, creo que una pedagogía que fundamentalmente parta de la pregunta, parta de ese trabajo por el cual el joven —por caminos de introspección— va tratando de determinar qué es aquello que está bien o que está mal, y logre entender, y logre discutir las razones por las que un criterio se considera bueno, se considera malo… puede ayudar más que simplemente normas heterónomas, es decir, normas venidas desde fuera, desde autoridades supuestas que le dicen: Usted tiene que hacer esto, usted tiene que hacer aquello y no puede hacer lo otro. Probablemente en un adolescente esto funciona muy mal. En cambio los procesos mayéuticos, es decir, ese ejercicio de poder descubrir la verdad por sí mismo y entender las razones, es lo que probablemente más puede ayudar a trabajar los criterios fundamentales de conducta que necesitan desarrollar nuestros adolescentes”.


Carlos Trapani: “Creo que la infancia y la adolescencia viven momentos muy complejos de violencia. El impacto de la pandemia por COVID-19… No son los mismos niños antes de la pandemia y después de la pandemia. Vivieron un proceso escolar fuera de las escuelas durante dos años. Eso tiene un impacto. Más todo el tema vinculado a la violencia, más todo el tema vinculado al abuso. En Cecodap hemos identificado un incremento importante en alteraciones en el estado de ánimo. Y eso implica cuadros depresivos, cuadros de agresividad, cuadros de tristeza, incluso ideación suicida. ¿Eso qué indica? Bueno, que hay un compromiso en la salud mental. Y creo que las escuelas se han quedado rezagadas en lo que hay que hacer para intervenir. Educación emocional, incorporar las artes, la cultura, el cine, la fotografía, actividades físicas… ¿Cómo hacemos que el hecho educativo sea trascendente? ¿Cómo atendemos a la familia? ¿Cómo establecemos mecanismos de coordinación? ¿Cómo aprendemos a comunicarnos? ¿Cómo aprendemos a resolver el conflicto? Que son habilidades básicas y necesarias de la vida adulta. Eso la escuela lo dejó de hacer. Entonces por eso tenemos los problemas de violencia que tenemos. Y evidentemente la impunidad, la falta de aplicación de la ley… Creo que también son factores que contribuyen. Creo que la recomendación es apostar a escuchar a los NNA. A medida que los podemos escuchar… Sus opiniones, sus puntos de vista, sus preocupaciones, sus propuestas… Podemos ver una hoja de ruta que nos permita como adultos convertir a la escuela en un espacio afectivo, formativo y protector”.



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